Los poetas Tomeu Ripoll y Marcela Ballester ayudan a Xisco Fuster a conocer a Risto Mejide, más alla de la pantalla plana (obsérvese la curiosa coincidencia entre «mente plana» y «pantalla plana»).
En la presentacion de su libro, «El arte de molestar para ganar dinero», en la librería Literanta de Palma de Mallorca, el 27 de abril de 2013, Risto tambien responde a las preguntas del público.
Si quieres conocer a fondo a Risto Mejide, si quieres darte de bruces con tus prejuicios, aquí le tienes:
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.
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vídeo resumen Locos
Rafel Calle con Cristina Moscoso, Luis Oroz, Darío Senda, Marcela Ballester, César Ribba y Xisco Fuster, y Pepe, Y Marcelo Fontlivi con Improvisanta, todos juntos en los Locos de la Luna de agosto, oliendo hielo.
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El abominable «hombre de las nieves». Luis Oroz
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Atrapado en la nieve…
no existen las pisadas, ni el invierno,
y tampoco este humo que se eleva conmigo
hasta el pico más alto
donde jamás he estado.
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Pero a veces sucede y es posible
alimentar al animal dormido,
extender la memoria y ofrecerle una fruta,
ayudarle a seguir
siendo distinto,
con la piel erizada
igual que siempre.
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Percibir ese frío que se da al existir
en el lado irreal
de la existencia.
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Es posible también sentir su aliento,
desmontar su fiereza,
descubrir su cansancio
y constatar
que no es precisamente sangre lo que brota
de la hemorragia de sus tres heridas.
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Porque la vida asciende como la voz de un loco,
y tira, sin saberlo, de tus cuerdas.
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Podemos transformar la percepción
de todo aquello que nos hace débiles,
y dejar que la ausencia nos convierta en salvajes,
o en la huella posible de lo que nunca fue;
como un cabello blanco entre las páginas,
como una bestia enorme-mente triste,
como el olor a leña que desprenden las manos
mientras enciendes la palabra nieve.
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Hielo. Darío Senda
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A Ángela María Boudica
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No esperé nunca quererte,
y de ti me enamoré.
o
La noche desmaya el día,
su Luna quiere encender.
Mil flores duermen la tierra,
la tierra sueña otra vez.
El mar acaricia un puerto,
yo tu estremecida piel.
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Deseé jamás perderte,
y en duelo te abandoné.
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Llora desiertos la fuente,
nadie saciará mi sed.
El viejo almendro desprende
tristes hojas de papel.
Vuelan por el negro cielo,
caen muertas a tus pies.
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Interior. Darío Senda
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Ya no es amor lo que siento,
ni tan siquiera cariño.
Solamente indiferencia
y un palpitar intranquilo.
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Ya no colecciono sueños
con la inocencia de un niño.
Ahora evito su magia.
No dejarte es un suplicio.
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Ya no me importa el pasado,
ni su final, ni su inicio.
Solamente la luz tenue
y aquello por lo que escribo.
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Ya no pienso a todas horas
con amargura y delirio.
Ahora me necesito.
No tenerte es un alivio.
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Marcela Ballester
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el hielo
como en Macondo el hielo
y yo ahí esperando
el hielo se desangra y es mi alma
de tanto ardor
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las calles gotean como lluvia
pero no llueve
es el hielo
se deshace lentamente en mi cuerpo
mientras todos los soles desaparecen
y es de noche
y es de día
y las sábanas se agitan como mariposas
o solo son crisálidas
en el frío?
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es el hielo
como en Macondo
envuelto para regalo
y yo te espero
tiritando de fuego
mientras no dejan de caer estrellas
pero están tan lejos
que cuando me tocan las manos
son solo hielo azul fosforecente
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(lo acabo de escribir escuchando el tango Oblivión, de Piazzola)
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Hielo y fuego. Fernando García
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A ver como rompemos el hielo. Hoy tenemos hielo y fuego. La mujer fría es aquella que te calibra para saber cuanto abulta tu cartera, y la mujer fogosa, bueno, ya os imaginaréis el bulto que calibra.
Los extremos no son buenos. Tuve una novia que no es que fuera fría, es que era un témpano con tacones. Hablaba más bien poco, mis amigos la llamaban la muñeca hinchable, porque no es que no abriera la boca, es que la tenía constantemente abierta con un gesto vacío, una cosa así (…). Soy un caballero y no os diré que en la cama se mostraba igualmente poco colaboradora.
Conocí a otra chica, era una mujer que le daba sentido a la expresión “furor uterino”. Madre de dios, que capacidad, era una mezcla de tragasables y conejito de duracel. Pero el problema es que era yo el que le tenía que meter la pila al conejito. Y vale, yo soy un atleta sexual, eso os lo reconozco en esta tenue intimidad. Pero yo compito en la categoría de los paraolímpicos, o sea, que mi pila más que de duracel es de esas que venden en los chinos. Ella era olímpica de verdad, y la cuestión es que ella llevaba la antorcha olímpica entre sus ingles a la brasileña. Allí es donde empezaron mis tribulaciones con el dóping. Si lo recordáis, el lema olímpico es “citius, altius, fortius”, pero ella añadió una categoría más: “erectus”. La naturaleza ha sido generosa conmigo, eso basta con solo verme, pero a pesar de ello y de los duros entrenamientos, hubo un momento en el que me fallaban las fuerzas. No es fácil pasarse todo el día haciendo el salto de pértiga, hay un momento en el que la pértiga pierde su rigidez, y os aseguro que eso es doloroso. En el mercado negro del dopaje, me dijeron que había unas pastillas azules que daban buen resultado. Y allí que fui. Lo que me sucedió me lo explicó el médico más tarde con una sonrisilla mordaz “hiperdosificación a nivel local del miembro viril”. Lo que traducido, significa que tenía una hinchazón que me tuvo dos días boca arriba en constante vigilancia de la tienda de campaña que se había erguido sobre mi vientre. Eso sin contar que me tuvieron que someter a diálisis ante la imposibilidad de orinar como es debido.
Con esta moralina en plan Barrio Sésamo espero que hayáis comprendido la diferencia entre el frío y el calor. El frío nos deja fríos, pero con el calor te metes en materia, te vas calentando y mira, acaba saliendo todo lo que uno lleva dentro.
¿Anda usted de puntillas, o es que el sol se siente insatisfecho?
Ella.
Ni lo uno, ni lo otro. Hoy es vago; me toca temblar mientras camino.
¿El sol? ¿Adónde me dirijo? No lo sé, bienhallado señor, elija usted, origen disperso
en muchos pasos, o muchos pasos dispersos en origen…
Él.
Ay, señora, las cosas que usted columpia me trajinan los recuerdos.
Pero, dígame, ¿es una herida en el pie? ¿Es un vuelco a la razón?
¿Qué tiene usted que levita y no hablo del andar, sino de todo un concierto?
Estoy pensando en la sonrisa eterna,
en las manos que atusan el invierno,
en la banalidad de los errores, cintura guerrera, precisa, graciosa,
talle de los aciertos;
estoy pensando en un poder de sanación labial.
En el origen de un beso encontramos el remedio.
Ella.
Yo sé que la sonrisa andará mi cintura
cuando sienta el origen en la rosa del seno,
la palabra que tiembla sobre el labio,
la iniciación del tuétano;
orígenes los ojos porque miran y miran
y miran más allá de un pezón al descubierto.
Él.
Es bueno convertir el origen en osadía,
osada usted que busca el amor en un ciego.
¿O es que el amor no tiene ojos?
Quizá el amor tan solo tenga celo.
Celo para sentir. Sentir, sentir, sentir. Orígenes.
Tan solo sentimiento.
Ella.
¿Existe un amor así?
Este origen no sería un mal arreglo.
Por un cariño así, habríamos de dar la casa, el dinero, los cacharros,
las muletas de los miedos.
Toda la presunción valiente;
todo relajación del tiempo.
Los dos solamente y la gracia en las mejillas.
Solos los dos en el suelo.
La historia de las heridas, cicatrices inviolables,
y todo que hubiese huido en un magnetismo enérgico.
Él.
Insisto en andar por la sanación al magnetismo dual,
del amor al besar de los intrépidos.
Ella.
Hablas de besos, besar cuando la hembra sabe a cloroformo y sabe
del bisturí más hambriento,
labio sin compasión, beso mordido, lengua que apresura las fauces
en el otoño mimoso de los andares eternos.
Él.
Nada que decir salvo medrar
en el amor por derecho.
Hablemos de la impotencia, de las formas de vivir
en los jardines letárgicos de los grandiosos paseos.
Qué siente la rosa negra, qué fue de la rosa blanca,
qué de las virtudes inquietas en los pétalos que cantan.
Ella.
Siento que puedo sentir jardín y calle cortados, cantares sin rosaledas,
cantar de barrio en Madrid. Por el paso llega el luto
al compás de una saeta.
El color de las flores es de piedra, piedra sobre el cuerpo tibio,
bajo el cuerpo solo piedra.
Siento la piedra escondida, bajo la piel una piedra.
Él.
Sientes los minerales como la miel las abejas,
tajos de metal que hierve, hierro dulce,
cuchillada en las aceras.
Olvida. Olvida el tajo del frío que corta por la entereza.
Ella.
De acuerdo. No sucedió. Ha sido un mal sueño. Soñé que mis zapatos eran tuertos,
temblorosos, que mis pasos asían el vacío, que mi mente anudaba los cordones del valor
imposible, anestesiado ya, detenido.
Quise olvidar paisajes que jamás me sucedieron al recordar imágenes en vilo;
quise memorizar excursiones del encanto y lo hice sin fe, sin poderío.
Soñé que la palabra enmudecía, sueño atroz, entre letras sin norma que gritaban
muertas de miedo al hallar un desliz en los renglones.
Desperté cuando ya se acomodaban los ojos, en una cicatriz de posturas carcelarias,
más allá, mucho más, del rigor con que lloraban.
Él.
Mi nueva amiga, habrás de proponerle condiciones al destino que escinde las pisadas,
pesadilla de guadaña que corta de cuajo las implicaciones.
Habrás de resumirle las pasiones en los gnomos que luchan con las mañas
del origen que abrigan tus pestañas: Dos almendras bellísimas
y un corazón de grandes proporciones.
En tu mundo novel, amiga mía, habrás de ser un paso encantador,
avenidas de misterio y arabescos.
Humanidad, mujer donde solía un vientre de Chefchauen soñador,
como en las mil y una noches de cachimba y seda azul, almohadones,
y los detalles de las huellas esculpidas en Marruecos.
Ella.
Ay, mi nuevo amigo, cuanto ayer se llamaba valentía
hoy atiende por falta de andadura.
Ahora pienso en caminar un mundo mágico, sobre aroma de madera humedecida,
un paseo de alpargata agradecida, sin pensar que vivir es algo trágico.
Primero fui un cisne, por el cuello me engañó el ave adolescente, luego fui un volar inconformista,
y entretanto soñé en travesías que tratan lo importante de una vida.
Lo que sigue es muy largo de contar, y duro porque falla mi memoria, oficio cirujano
apurando la historia, afanándose en cortar mis argumentos que relatan vivir
del brazo que acompaña un buen paseo.
Ella y él.
Orígenes son una cerveza en la rambla, chocolate y un concierto, un libro como muleta
y el hombro que quiere ayudar por pasearse en un cuento.
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La mujer de la luz blanca. Xisco Fuster
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La mujer del moño negro se detiene frente a la Luna blanca
en la callejuela antigua; ha salido a por una caja con más plata
para hacer brillar a los sedientos.
La mujer del moño negro con la camisa blanca
se agacha para depositar a sus pies la plata,
levanta sus ojos
y se abstrae en la luz blanca del cielo negro.
,
La mujer risueña resueña
el último crepúsculo con su amante.
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El barman la observa extrañado a través de la ventana
y la camarera rubia de la terraza observa el pasmo del barman,
que no se sabe qué está mirando.
El caminante que pasa por delante del bar observa a la camarera rubia
que mira al barman que mira algo,
no se sabe qué,
y todas las miradas van montadas en la sombra extraña
de la mujer del moño negro y la camisa alba
que bebe la Luna por los ojos
y se ha convertido en ella,
una sombra blanca
que despide luz que siembra calma
en los ojos del barman y la camarera rubia y el caminante
que pasaba por ahí mirando el suelo.
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Addenda
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Roberto Bolaño
Putas asesinas
Las mujeres son putas asesinas, Max, son monos ateridos de frío que contemplan el horizonte desde un árbol enfermo, son princesas que te buscan en la oscuridad, llorando, indagando las palabras que nunca podrán decir. En el equívoco vivimos y planeamos nuestros ciclos de vida.
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Antonio Muñoz Molina
Beltenebros
Pero yo no sabía que lo que brillaba como un fuego helado en los ojos de ella era la claridad de la locura. Cumplí mi parte de crueldad y destrucción y merecí la vergüenza. Los efectos del amor o de la ternura son fugaces, pero los del error, los de un solo error, no se acaban nunca, como una carnívora enfermedad sin remedio. He leído que en las regiones boreales, cuando llega el invierno, la congelación de la superficie de los lagos ocurre a veces de una manera súbita, por un golpe de azar que cristaliza el frío, una piedra arrojada al agua, el coletazo de un pez que salta fuera de ella y al caer un segundo más tarde ya es atrapado en la lisura del hielo. Así se solidificó el tiempo cuando vi que Valdivia abrazaba a Rebeca Osorio, y que ella agitaba contra él sus caderas, como queriendo derribarlo o herirlo.
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Michael Ondaatje
El paciente inglés
Amor mío te sigo esperando. Cuánto dura un día en la oscuridad… ¿Una semana? El fuego se ha apagado y empiezo a sentir un frío espantoso. Debería arrastrarme al exterior pero entonces me abrasaría el sol. Temo malgastar la luz mirando las pinturas y escribiendo estas palabras. Morimos, morimos, morimos ricos en amantes y tribus y sabores que degustamos en cuerpos en que nos sumergimos como si nadáramos en un río. Miedos en los que nos escondimos como esta triste gruta. Quiero todas esas marcas en mi cuerpo. Nosotros somos los países auténticos, no las fronteras marcadas en los mapas con los nombres de hombres poderosos. Sé que vendrás y me llevarás al palacio de los vientos. Solo eso he deseado, recorrer un lugar como ese contigo. Con nuestros amigos, una tierra sin mapas. La lámpara se ha apagado y estoy escribiendo a oscuras.
He aquí los poemas y algunos de los vídeos de los que disfrutamos en el programa 25 de los Locos de la Luna.
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Luis Oroz, Mareas
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El ancla de sus brazos sujetaba el impulso
de la felicidad.
Yo icé las velas blancas del deseo
y el mundo fue moviéndonos hacia quién sabe cuando.
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Abrí mi aliento y dije; no seas tímida,
deja que yo reinvente tus sentidos,
deja que retroceda, que descubra
el fondo de tu luz,
que el aire sepa
que voy a estar en ti
como una frase
que poco a poco va desarropándote.
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Que el aire sepa
a dilatada piel, a espalda curva,
a vértice de manos en las manos.
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Abrí su boca entera con mi boca
y le hundí las palabras
como barcos que abrazan su tesoro escondido.
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Todo empezó a moverse, fuimos náufragos
sobre el piélago azul de su mirada.
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Después nadamos juntos,
yo encontraba en su cuerpo, ella buscaba
en el mástil la sal, en la humedad
un indicio del fin, en las mareas
la orgásmica razón del cielo abierto.
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Nos re-corrimos juntos,
ella en mi pulso,
yo en la cartografía
que trazaba en su piel mi acuoso pensamiento.
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El ancla de mis brazos en sus brazos,
mi espuma entre sus rocas
y el deseo,
país donde la vida se construye.
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Abórdame otra vez, sube a mi fondo
y atraviesa el pez rosa que se esconde en mis labios
con la afilada punta de tu pecho.
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Dolci tentazione
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Marcela Ballester, El grito del jaguar
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El grito del jaguar
es mi grito
en esta habitación que da a las estrellas
cruzaremos la línea divisoria
en donde vida y muerte
no existen
silenciosos danzantes
en extrema lentitud de fuego.
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La ciudad es un laberinto
cuando te veo llegar
y el lenguaje es otra piel
mientras las palabras me tocan.
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La seda de la serpiente
te protege en el viaje
si sos mi hombre
la señal de Jonás será tu guía
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te espero en el pliegue del tiempo
quítate todas las máscaras,
te quiero a cara descubierta.
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Darío Senda, Pétalos
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Niebla de incienso en el aire
recorre el valle de tu espalda
suave como la piel de un ángel,
blanca como sus alas.
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Tus labios desean mi boca,
y mi boca tu lengua ávida
de claveles sombríos
que no recuerden sin habla.
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Mi cuerpo a tu encuentro,
tu gemido en mi garganta.
Dos flores se entregan
en secreto a la madrugada.
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El sudor de la locura
espanta nuestras sábanas.
Sumérgete entre mis piernas;
quiere su reino reflejar tu cara.
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Niebla de incienso en el aire,
mordiscos, asonancias.
Mis dedos en tu cabello,
y en mi vello, mar salada.
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La noche tiende un aliento
sobre temblores de plata.
Ven, ven hasta mí de nuevo…
bésame con toda el alma.
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Ya despuntan las luces,
hirientes como navajas.
Dos flores adornan
la holgura de tu cama.
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Nunca me olvides, nunca;
te llevaré en mi palabra.
Y recuérdame, recuérdame siempre,
porque a tu lado no dormiré mañana.
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Una noche en la tierra
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Rafel Calle, Apetitos
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De lejos me pareces atractiva, de cerca sumamente encantadora,
algo así como labio familiar, evocación del beso, griterío entre las piernas,
lengua mimosa, y el solsticio de miel de un estío mojado.
Definitivamente, mayo. Muy seductora.
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En la voz de una gaita el embrujo me lleva a un precipicio dual,
será porque me miras cuando cantan las burbujas en la costa de la suerte,
marisquera serías si no fueses instinto de dulzura y traductora
de la magia del seno en las meigas golosas.
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Marisco para libar, el vino para reír, maridaje entre las manos,
sobre la ostra el limón, percebes para sorbernos los dedos y el corazón;
por todo el agua ardiente la exudación de los abrazos.
Y quizá, unas caladas del aturdimiento que notas en el alma.
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Marcela Ballester, Desconocidos
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Desconocidos que te hacen el amor
en parajes oscuros
lobos desolados en busca de su presa,
canibalismo abismal
que me recuerda otra huida
el néctar se perdió entre los pasadizos,
la puerta de las abejas proféticas
desando la espiral
y no hubo memoria en el grito
ni desolación al caer en el abismo.
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El quebrantahuesos se vistió de púrpura fosforescente
y ya no era nadie
en la oreja que escucha y no ve la lentitud
que te rodea.
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Te aman entre árboles
que ahora son vestigios del bosque incendiado
cuando las eras hacían señales y los ojos brillaban
aun así no comprendiste.
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El dulce roedor anidó en tu cabeza
pero había demasiado ruido en tanto silencio
y yo caminando en línea recta como sonámbula
atravesando todas las regiones
aun así no viste nada
cuando el tiempo desapareció y pasaste al otro lado
los eones se volvieron transparencia.
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Un chasquido ensordecedor,
te tapaste los ojos
aunque las orugas bailaban para vos
deteniendo el instante colgadas de la estrella.
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Ahora la puerta de las abejas
cae por el hueco de los topos alucinados,
se derriten las horas en medio del desierto,
aun así te confunde tanta claridad,
los círculos en la fuente miríadas cálidas
en ciudades del pasado
tiritan hasta el encuentro
.
das el salto.
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Luis Oroz, Callar los ojos y escuchar que existes
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Buscar donde no late el corazón latente de la búsqueda.
Recoger los escombros del deseo
y construir con ellos un recuerdo de arena.
Vivir bajo la vida, concedernos
una tregua de luz.
Dejar que vuelen, elípticas, las palabras prohibidas;
las abejas que vuelcan en tu boca la miel de la memoria.
Hundir cada pregunta en la respuesta
de lo no sucedido
y llevarse a la tumba los bastones de alguna realidad
mientras palpamos el relieve de una noche distinta,
como ciegos
que observan desde el fondo sus secretos.
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Xisco Fuster, Impregnado de ti
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Todavía huelen las puntas de mis dedos
a tu jugo virginal,
y yo camino por la calle y juego
a rascarme la nariz
junto a los chorros livianos
de una fuente al abrigo del sol.
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Recuerdo ebrio el surco arado en el suelo
anoche,
mis dedos batiendo el camino
por el que llegué a tu anhelo
deshecho en aguas pesadas.
Tú sobre la mesa de gruesa madera
y la mesa de gruesa madera avanzando
hacia la ventana, en silencio.
Afuera soplaba el viento,
la mesa, ram, ram, rascaba el suelo
en silencio, ram, ram,
tú montada en ella, a la deriva
ram, ram, la mesa,
en silencio, mis pies descalzos
sacudiendo el horizonte yermo,
la mesa contra la ventana,
afuera un rayo, un trueno, cristales
crujidos de un grito azul
y el agua de lluvia gruesa calando
el suelo nocturno
ram, ram, la entera agua del cielo dentro,
una sola sílaba ocluida:
ah,
ahogada
la noche.
.
Y ahora yo,
impregnado de ti,
no pienso lavarme
las puntas de los dedos.
.
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Cristina Moscoso, Abandono
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Se alejó con silencios,
el corazón amordazado,
donde guardaba en secreto
todo lo que no pudo dar.
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Se refugió entre olvidos,
trenes desorientados
con sus espumas rotas,
esponjas de mar y sus vacíos.
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Cerró los ojos, mirando
si algún sueño extraviado
se atrevía a esquivar
los féretros trasnochados
de tanta soledad.
.
Y se despertó de golpe,
en un mar de redes y arena,
al abrigo de celoso
del tiempo y su venganza.
Tejiendo retazos de vida
por el silencio interior
de una ciudad desconocida.
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Rafel Calle, Estirpe de soledad
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No sé cómo pedirte un poco más de tiempo,
estoy aligerando mi carácter,
las alforjas de piedra ya no tienen remedio,
la carga es un destinatario ramplón con la paciencia,
la libertad un templo
donde aguardan costumbres imposibles de casar
cuando tienes el alma de soltero.
.
Y esa es la razón principal. Ahora reflexiono del amor,
para qué tantos amores y por qué tan pasajeros,
por qué tanto vacío esperando llenarse con amor.
Para qué enamorarme si no sé comprenderlo,
si no sé conservar la esencia de la atracción.
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Se disipa muy temprano la voluntad del acercamiento,
en la ruda costumbre de ser en soledad.
Y ahora me pregunto el porqué de mis enamoramientos.
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Hace frío en las palabras
sin el valor de por medio.
Era un prejuicio de hombre en el antifaz de un niño,
era una cama caliente, la cercanía de un cuerpo
en la trama de un espíritu
asolado por sus miedos.
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El hombre se hizo menor entre lunares de especie lapidaria,
casado más de tres veces y multitud de esponsales,
al final fue de mayor cuando el niño se arrugaba.
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Soledad de medio pelo,
todo multitud desierta,
solitaria seducción.
Por la soledad el miedo
a la soledad concreta.
Si las razones fueron soledades, el pálpito fue de cariño;
una forma de cumplir ofreciendo cuanto tienes, es decir, sin amor nada que dar,
y algún que otro consejo.
Mentiras al fin y al cabo, pues, sin futuro o sin atracción real,
solo queda un embustero.
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En fin, hoy te habla de paciencia el hombre que nunca fui;
en la mansión de tus ojos está llamando al deseo
el niño que ves aquí. La mirada penetrante y el picaporte caliente
yo quisiera, y el salero
por mirarte y repicar y repicar en tu puerta, y en las estancias mimosas
quisiera allanamientos,
alud y sin compasión
en los dominios de Eros.
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En otoño la bondad,
sabiduría de pueblo,
vivir en la claridad,
estremecerse en invierno.
Ay del sentir sin tocar.
Y el sexo por alusión si el desnudo es algo cierto.
Arundhati Roy
El final de la imaginación
Estoy dispuesta a arrastrarme, a humillarme abyectamente porque, en estas circunstancias, el silencio sería insostenible. Así que todos aquellos que estén por la labor: cojamos nuestro guión, pongámonos los disfraces que ya habíamos desechado y leamos nuestras frases de segunda mano en esta triste obra de segunda mano. Pero no olvidemos que lo que está en juego es descomunal. Nuestro cansancio y nuestra vergüenza podrían significar nuestro fin. El fin de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos. De todo aquello que amamos. Tenemos que buscar en nosotros mismos y encontrar la fuerza para pensar. Para luchar. Una vez más, vamos lamentablemente por detrás de los tiempos.
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George Sand
Los caballeros de Bois-Doré
Pilar tocaba el punto esencial de la situación; Mario se calmó y consintió en esperar su curación en Grenoble. Tuvo que consentir también en ver a Pilar a su lado. No podía pensar ya en entregar al rigor de la ley a la que acababa de salvarle y a quien más valía atraer por la dulzura. No se atrevía a irritarla con su desprecio, y a pesar de la invencible repugnancia que Pilar le inspiraba, se preocupaba cuando ella permanecía mucho tiempo fuera y se alegraba cuando la veía volver. Al cabo de dos o tres días, aquel estado de cosas se hizo intolerable; Pilar era incapaz de hacer ningún razonamiento moral; sólo quería que la amasen. Describía su pasión con una elocuencia salvaje, pretendiendo y creyendo efectivamente que era un amor casto, porque no era gobernado por los sentidos, y sublime, porque tenía todo el fuego de una imaginación desordenada y de un despecho exaltado. Maldecía a Lauriana, asediaba a Mario con reproches amargos y hablaba sin pudor de su pasión delante del pobre Clindor, que se abrasaba ante el fuego de aquel volcán.
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H. G. Wells
La guerra de los mundos
De día estamos tan ocupados en nuestros pobres asuntos, que nos parece imposible que alguien, allá arriba, vigile nuestros pasos y, laborioso y metódico, planee la conquista del planeta Tierra. Sólo la noche es capaz, con su oscuridad y su silencio, de crear las condiciones para que los marcianos, los selenitas y demás seres que habitan el universo, tengan cabida en nuestra imaginación.
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Max Frisch
Diarios
El lenguaje teatral es el único lenguaje de las artes en el cual la conciencia del espectador está simultáneamente sometida al estímulo de dos series asociativas de naturaleza diferente, una se origina en la percepción, es decir, aquello que veo, la materialidad de la escena: el escenario, el espacio, la gestualidad del actor, el actor mismo, la iluminación, el vestuario, todo aquello que puedo percibir, y por otra parte la serie asociativa, que se deriva de la capacidad evocadora del lenguaje, de modo que allí donde se incorpora la palabra al espectáculo, se incorpora también la imaginación en la mente del espectador. La conjunción, la tensión de estas dos series asociativas de naturaleza diferente es la esencia del lenguaje teatral. El dramaturgo debe escribir con dos manos, con una mano nos va contando todo lo que se ve, en tanto que con la otra nos va contando todo lo que se oye.
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James Joyce
Retrato del artista adolescente
A menudo se había visto a sí mismo en figura de sacerdote, provisto de aquel tremendo poder ante el cual ángeles y santos se inclinan reverentes. Su alma había cultivado secretamente aquel deseo. Se había visto a sí mismo, sacerdote joven y de maneras silenciosas, entrar rápidamente en el confesionario, subir las gradas del altar, incensando, haciendo genuflexiones, ejecutando todos aquellos vagos actos sacerdotales que le agradaban por su parecido con la realidad y por lo apartados que al mismo tiempo estaban de la realidad misma. En aquella borrosa vida que él había vivido en sus fantasías se había arrogado las voces y los gestos observados en algunos sacerdotes. Pero, sobre todo, lo que le agradaba era el desempeñar un papel secundario en estas escenas entrevistas en su imaginación. Se sustraía de la dignidad del celebrante, pues le desagradaba el pensar que toda aquella misteriosa pompa pudiera convergir hacia su propia persona o que el ritual le hubiese de asegurar un oficio tan claro y tan definido.
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Miguel de Cervantes
Don Quijote de la Mancha
Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén.
(…)
Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.
Esta vez hablamos de espejos y lo hacemos en un formato nuevo. Los Locos se renuevan para mejorar sus intervenciones, para tratar de llegar al público de una manera menos matemática y más literaria. Podríamos llamarlo el programa de la nueva era, pero no lo haremos, como nadie se cambia el nombre ni vuelve a contar desde el principio en cuanto llega a la adolescencia o se vuelve maduro, de repente (recordemos que hay personas que aparentan mucha madurez pero que en el fondo son unos niños repletos de miedo, lógico, pues si no afrontas la realidad, todo se vuelve contra ti, no porque se haya vuelto el mundo malévolo, sino porque tú no te quieres adaptar a él).
ESPEJOS. ¿Vemos la realidad tal cual es, la vemos invertida tal y como se aprecia en los espejos, tomamos la realidad reflejada como un ejemplo sobre el que cultivar nuestra realidad?
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Fernando García. Un espejo es…
El espejo es esa persona con cara de mala leche que encontramos cada mañana. Vemos a esa persona despeinada, con ojeras y con barba, y pensamos, joder, contigo me espera todo el día por delante. (Y lee en el papel con incredulidad). “Ahora a Fernando le brota un puñal de entre el público, le da en la cabeza y muere descerebrado. El espejo puede ser simpático o puede ser un poco cabrón, pero es como el tiempo, que acaba poniendo a cada uno en su sitio. Es generoso con algunas personas, más bien pocas, pero la relación se acaba torciendo cuando con el tiempo comienzan a aparecer arrugas o se cae el pelo.
El espejo nos da una visión aproximada de nosotros mismos, porque es una visión plana, unidimensional. Podría ponerme a filosofar sobre reflejos y realidad virtual, pero casi mejor lo dejo.
Los espejos son más amigos de las mujeres que de los hombres, aunque ahora con el metrosexualismo y el criptomariconeo, la cosa se va igualando. Encontramos espejos en los probadores. Los hombres usamos los espejos en los probadores para confirmar que los pantalones y las camisas nos caben. En el caso de las mujeres hay más variantes: me cae la manga, me marca la barriga, me hace culibaja, se me leen los labios del amor… todos son pegas. Por eso, si tu pareja te dice que la acompañes de compras, lo mejor es que le digas que te duele la cabeza, así de paso podrás vengarte de todas aquellas migrañas evasivas que ellas usan en los momentos en los que los hombres nos ponemos sentimentales.
También hay espejos en las peluquerías. Y otro tanto se puede añadir. Los hombres tienen un espejo delante porque la faena sólo dura 15 minutos y tampoco hay otra cosa que hacer. Le decimos al señor peluquero que queremos el pelo corto y se acabaron las explicaciones. Con las mujeres, la cosa es más laboriosa. Las más cumplidoras, aparecen con recortes de revistas y dicen que quieren el peinado de la foto. Lo normal es que la que hace la solicitud sea una mujer que se parece a Marujita Díaz portando una foto de Charlize Theron. La solución fácil para la peluquera, sería contestar que ella se dedica a cortar pelos, no cabezas. Pero como hay que ganarse la vida de cualquier manera, la peluquera hace denodados esfuerzos durante horas, para que cuando acabe, si no se parece a Charlize Theron, se parezca al menos a su madre.
Los espejos se utilizan también para vigilar en las tiendas, sobre todo en las zonas de cosméticos para que la Marujita Díaz peinada como la madre de Charlize Theron no pueda mangar nada, y en la de venta de alcohol para que los melendis y los amigos de don Simón no arrasen con las existencias.
También los coches tienen espejos. Se supone que se utilizan para facilitar la conducción, pero como os he explicado anteriormente, en estos casos también hay distinciones. Tengo una amiga que estaba haciendo las prácticas de conducir. El profesor le dijo que usara el espejo retrovisor, y ella lo utilizó para atusarse la melena.
Los espejos también sirven como elementos decorativos. Siempre he destacado por mi buen gusto, y mi mayor ilusión sería tener una cama redonda con un espejo en el techo. Ya me lo dice mi madre: hijo mío eres como un ferrero rocher chupeteado, eres la expresión del buen gusto pero das un poco de asco.
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Octavio Paz
El mar, el mar y tú, plural espejo, de Bajo tu clara sombra
El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.
El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.
De la suma de instantes en que creces,
del círculo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,
y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al oscuro oleaje de los días.
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Darío Senda. Áurea
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Frente a frente,
un espejo y yo.
Nadie más respira;
sólo nosotros dos.
Mi cuerpo en su piel,
su piel a mi alrededor,
en íntimo secreto
y desnuda pasión.
Bajo intensas miradas,
nuestra vida entera asomó.
¿Quién refleja a quién?
¿Quién?, espejo. Dímelo.
Mil vanos sueños
y un amargo dolor,
es cuanto puedo ofrecerte,
clara luna de oscuro Sol.
Eternos permanecerán
tras tu frágil sábana de ilusión,
pues nada más anhelas
que aquello por lo soy.
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Xisco Fuster. Un espejo es…
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El secreto del éxito de un buen espejo pasa por reflejar bien
lo que se le pone delante.
Si el amigo del espejo se siente feliz,
el espejo le devuelve felicidad
que se multiplicará.
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El secreto del fracaso de un buen espejo pasa por reflejar bien
lo que se le pone delante.
Si el amigo del espejo se pone triste,
el espejo devuelve la tristeza sin titubeos
y la tristeza se multiplica.
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Si tratas de hablar con el espejo,
si caes frente a él,
el espejo no va hacer nada por ti,
no te escuchará.
Te mirará desde arriba
y deseará, inalterado, que otra persona
más feliz
se coloque frente a él.
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José Lezama Lima
Muerte de Narciso
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Chillidos frutados en la nieve, el secreto en geranio convertido.
La blancura seda es ascendiendo en labio derramada,
abre un olvido en las islas, espadas y pestañas vienen
a entregar el sueño, a rendir espejo en litoral de tierra y roca impura.
Húmedos labios no en la concha que busca recto hilo,
esclavos del perfil y del velamen secos el aire muerden
al tornasol que cambia su sonido en rubio tornasol de cal salada,
busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del sonido.
Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el oído.
Si se sienta en su borde o en su frente el centurión pulsa en su costado.
Si declama penetran en la mirada y se fruncen las letras en el sueño.
Ola de aire envuelve secreto albino, piel arponeada,
que coloreado espejo sombra es del recuerdo y minuto del silencio.
Ya traspasa blancura recto sinfín en llamas secas y hojas lloviznadas.
Chorro de abejas increadas muerden la estela, pídenle el costado.
Así el espejo averiguó callado, así Narciso en pleamar fugó sin alas.
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Joseph Sheridan Le Fanu
Carmilla, de En un espejo a oscuras
De súbito, me desperté con la escalofriante sensación de que dos agujas me atravesaban el pecho profunda y simultáneamente. Proferí un grito. La joven dio un salto hacia atrás, cayendo al suelo, y me pareció que se escondía debajo de la cama. Por primera vez, sentí miedo y me puse a gritar con todas mis fuerzas. La niñera, la camarera y el ama de llaves acudieron precipitadamente, pero cuando les conté lo que me había ocurrido estallaron en risas, a la vez que trataban de tranquilizarme. Aunque yo era una niña, recuerdo sus rostros pálidos y su angustia mal disimulada. Las vi buscar debajo de la cama, por todos los rincones de la habitación, en el armario y oí a mi ama susurrar a la niñera: -¡Mira! Alguien se ha echado en la cama, junto a la niña aún está caliente.
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Marcela Ballester. Espejito
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Espejo, espejito, ¿quién es la más bella?
la manzana rueda en el laberinto
en donde se esconde la princesa
caen un sin fin de constelaciones
que son hilos con los cuales Ariadna desafía
al Minotauro
Espejo, espejito, ¿quién encontró en su propia imagen
las llaves del destino?
desarticulada está la memoria
que ya no sabe quién sos
una mano el cuello la cabeza de un títere
aquella vez que se rompieron los cielos
y el arca fue solo reminiscencia.
Espejo, espejito, ¿quién conoce la identidad del viento
que ahora recorre mi cuerpo y lo lanza
en las 4 direcciones?
No soy lo que ves
y lo que no ves apenas importa
cuando todas las señales se deshacen frente al laberinto.
Espejo, espejito, y no te encuentro por ningún lado
me confunde el reflejo
¿es un lago acaso?
Mis huesos y los pájaros que ahora brotan
salen del espejo zigzagueante y me llevan de la mano
hasta el centro del laberinto
52º 09′ latitud norte
13º 13′ longitud oeste
emerge la isla de los ahogados
y me adentro en el bosque hasta encontrar
la zona de confluencia,
se acerca el espejo y me devuelve en miríadas de signos
el mensaje de los cielos.
¿Quién toca esa arpa?
¿son tal vez los ángeles de la oscuridad?
Desciendo por el laberinto hasta sumergirme en el borde
de la Vía Láctea,
entro y paso al otro lado.
Mis puertas flotan a la deriva entre corales de luz.
¿Dónde están ahora las orugas desperezándose en medio
del naufragio?
El tiempo ya no existe
en el hueco de los árboles,
los anillos espiralados son orbitas mas allá de toda comprensión
mientras los tigres pasean entre cortinas de seda
y los caimanes se acercan uno a uno tocados por el milagro
Los espejos te miran en el laberinto
¿Estás ahí?
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Carlos Herrera. Mi espejo
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Me miro en el cristal,
sobre el azogue,
ventana que refleja mi mirada
de soledad, extravíos e impotencia
naufragando en la noche
sin testigos…
esperando a que la copa cóncava
del reloj de arena dé la vuelta
y me devuelva en un reflejo
la memoria perdida en sus fantásticos cristales
en su inhabitable espacio de destellos
donde todo es posible y nada ha sido
y vamos dejando gota a gota
sobre el frío cristal
que nos devuelve la mirada
la impronta de otras vidas.
hay días en que vuelvo
a mirarme en el espejo,
cuando regreso de acariciar un cuerpo,
tibia orilla de besos y deseos
que tiemblan bajo otro espejo
que repite mi rostro
enmascarado… ¡Fantasma fugaz sobre el azogue!
En un juego de espejos infinito,
un espacio infinito de reflejos,
que de tanto repetirse en los espejos
se ha quedado mi piel
sobre otras pieles…
náufrago de otras aguas
y otras vidas…
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Arno Schmidt
Espejos negros
Un fantasma recorre el mundo: en su bicicleta, el único superviviente de la especie vaga por una Europa desierta, purificada de toda vida humana. Los vestigios de la civilización siguen en pie, instantánea del momento previo a la hecatombe; pero es el “instante” el que se deteriora, como una fotografía cuyos colores se van desvaneciendo: en los almacenes las conservas se pudren en sus latas sin que nadie las consuma, en el correo amarillean las cartas nunca despachadas, la hierba invade las calzadas que solo cruzan animales salvajes, al volante de un auto inmóvil un esqueleto femenino no se decide a partir. Saqueador apacible, el último hombre se sirve de lo que encuentra en su camino (¿qué mejor abolición de la propiedad privada que la extinción de todo propietario?). También él morirá, y ese día la humanidad habrá dejado incluso de ser un mal recuerdo: Me alegro de que todo haya acabado.
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“El conocimiento es imperfecto; mi maldición consiste en daros una imagen plana de vosotros mismos; nunca os daré la oportunidad de conoceros a vosotros mismos en profundidad.”
Fernando García
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Los Locos de la Luna es un programa presentado por Xisco Fuster
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Addenda
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Jorge Luis Borges
El Aleph
En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, (…)
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Cesare Pavese
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, cara esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.
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Jean Paul Sartre
Qué es la Literatura
Porque la palabra, que arranca al prosista de sí mismo y lo lanza al mundo, devuelve al poeta, como un espejo, su propia imagen. Esto es lo que justifica la doble empresa de Leiris, quien por un lado, en su Glossaire, trata de dar a ciertas palabras una definición poética, es decir, que sea por sí misma una síntesis de implicaciones recíprocas entre el cuerpo sonoro y el alma verbal y, por otro, en una obra todavía inédita, se lanza a la busca del tiempo perdido, tomando como guías ciertas palabras especialmente cargadas para él de valor afectivo. Así, pues, la palabra poética es un microcosmos.
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Jorge Luis Borges
Sobre el escritor ciego
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Gabriel Celaya
Canción
Agua helada y dura,
luna de enero,
tu madreperla
es el silencio.
En la noche rasa
y el desamparo
-pizarra limpia-,
yo escribo claro.
En el espejo ciego
me paro a ver
el dolor reflejado,
la verdad al revés.
Tanto he sufrido y tanto
he ido olvidando,
que cuando escribo
no sé a quién le hablo.
Para saber si existo
canto y no sé
si lo que soy ya fui
o si seré.
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Julio Cortázar
Instrucciones para cantar, de Historias de cronopios y de famas
Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, olvídese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo. Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.
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Michael Ondaatje
El paciente inglés
Cuando jóvenes, no nos miramos en los espejos. Lo hacemos cuando somos viejos y nos preocupa nuestro nombre, nuestra leyenda, lo que nuestras vidas significarán en el futuro. Nos envanecemos con nuestro nombre, con el derecho a afirmar que nuestros ojos fueron los primeros en ver determinado panorama. Al envejecer es cuando Narciso desea una imagen esculpida de sí mismo.